En los años 40's se creó un químico repelente de mosquitos, utilizado primero en el ámbito militar y años después comercializado. El N,N-dietil-metatoluamida, o DEET como es conocido comunmente, sigue siendo el principal componente en los repelentes comerciales de mosquitos. ¿El problema? Dejando a un lado el hecho de la falta de innovación en más de 70 años, se tienen que aplicar estas sustancias periódicamente, y en caso de no hacerlo, uno será indudablemente atacado por los mosquitos.
Recientemente el entomólogo Anandasankar Ray ha desarrollado una serie de químicos que alteran los sentidos del mosquito. Estudiando con microelectrodos las señales cerebrales de los mosquitos, Ray probó moléculas que pueden servir como un imitador del dióxido de carbono (señal de respiración y por lo tanto de sangre con contenido metálico) y otras que funcionan saturando de señales todos los sentidos. Algunas de estas moléculas son la 2-butanona y el butanal, pero muchas otras con características similares pueden ser utilizadas.
Basado en esta información, se buscaría crear trampas que atraigan a los mosquitos y los inutilicen utilizando estos compuestos. Otra aplicación sería utilizar sprays que, a ojos de los mosquitos, vuelvan invisibles las emisiones de nuestra respiración.
¿Y el impacto al medio ambiente? A pesar de que todavía falta tiempo de investigación, si el uso del DEET se ha mantenido durante un periodo de tiempo tan extendido, ¿Por qué no utilizar moléculas que son más fáciles de sintetizar y cuyo daño a la salud está muy estudiado?
Más información en: Discover Magazine, How to cure Everything
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