Cuando el sol cae,
un nuevo reino aparece y el pequeño príncipe lo admiraba, su simpleza era
incomprensible; oscuridad con pequeños puntos de luz. Tal vez su vida estaba
llena de riquezas pero era complicada y peligrosa. En la luz del día sus
enemigos bailaban pero en la noche, la luz de las estrellas mostraban la verdad
de las personas. Su obsesión eran las estrellas, el castillo tenia las cortinas
cerradas y era iluminado con velas en las paredes pero en la noche las cortinas
se abrían para mostrar el cielo estrellado.
Cada año, el príncipe
recibe regalos de sus súbditos por su cumpleaños. Estos eran grandes y
brillantes, ya que si al príncipe le disgustaba, la persona era lanzada al
calabozo y luego sacrificada.
Los campesinos le
daban vinos y frutas, los banqueros, oro y los viajeros, tesoros del otro
mundo. Pero no todos tenían la suerte de satisfacer al pequeño príncipe. Los
sabios del pueblo vivían humildemente y sus regalos eran ingeniosos pero no
suficientes para el príncipe; cada año perdían la mitad de su gente
porque el conocimiento no era valioso para el príncipe.
Durante la
celebración, los sabios Henry Cavendish y Paracelsus esperaban su turno y veían
su regalo, un pequeño cubo de cristal con hidrógeno en estado gaseoso, su temor
era que el príncipe no viera las posibilidades de su regalo ya que era incoloro
y parecía simplemente un cubo vacío.
Un caballero nombró
a los sabios, y sus corazones se detuvieron por un segundo. El príncipe los
miró y alzó la mano para recibir su regalo. Al darle el cubo, él lo giró y
luego rió. Los sabios trataron de hablar pero el príncipe ya había llamado a
sus guardias.
Antes de que
llegaran, un sabio se hincó y le dijo al príncipe: “Por favor, piedad. Nuestro
regalo es simple pero lleno de posibilidades. No lo podemos ver pero existe,
está en nuestra agua, al respirar, las estrellas. Es un gas incoloro antiguo.
En los inicios del universo sólo él y el helio existían. Mi príncipe, le damos
el principio del todo. Por favor, fue difícil sintetizarlo.”
El príncipe miró a
su noble caballero y simplemente asintió, en los ojos de los sabios había miedo
y decepción; era su fin. Los guardias los llevaron a su celda y los sabios sólo
se sentaron a esperar.
El príncipe escuchó
la palabra estrella y volvió a ver el cubo. Parecía vacío pero aun así lo quería
cerca, había algo mágico en el. Él le ordenó a su sirvienta que lo pusiera en
la mesa cerca de su cama mientras él seguía recibiendo regalos.
En la noche, el
príncipe miró el cubo cubo, esperaba algo pero al no ver nada sólo cerro los
ojos otra vez. Mientras, los sabios estaban discutiendo las cualidades de su
cubo y esperaban que se manifestaran antes que su sentencia. A la media noche
dentro del cubo, un líquido compuesto de agua e hidrógeno empezó a precipitar. Medio
cubo estaba lleno de agua. Así, la magia del cubo comenzó a mostrarse.
El príncipe al
despertar vio que el cubo tenía agua, pero no le prestó mucha atención. Él ha
visto vasos de vidrio con agua, este cubo no era nada especial. Las sirvientas
veían el cubo con admiración, y se escabulleron con los sabios para
preguntarles que era. Los sabios
sonrieron al escuchar sobre su cubo, la magia se esta manifestando pero todavía
no sorprenden al príncipe. Ellos le explicaron a las sirvientas que el cubo
muestra las propiedades de un elemento, el hidrógeno les pareció interesante
por su abundancia en el espacio. Durante los días el cubo mostrará más
características, aunque ellos sólo tenían dos días más.
En la noche del
segundo día, el cubo se iluminó y rugió despertando al príncipe. Cuando él vio
el cubo se sorprendió porque observó un pequeño cohete volando hacia el cielo. Él
creyó seguir soñando entonces volvió a cerrar sus ojos para dormir, rogando que
el cubo tuviera el cohete en la mañana.
Al despertar, buscó
el cohete en el cubo pero ya no estaba, ahora era una imagen mejor. Un espacio
negro pero con puntos blancos luminosos, también había azul y rojo. No eran
como las estrellas que el veía en el cielo pero eran igual de bellas. Maravillado,
buscó a los sabios para liberarlos pero ya era muy tarde. Durante su cumpleaños
hubo demasiados prisioneros entonces su padre ordenó la sentencia de muchos, incluyendo
a los sabios.
El príncipe lloró
mientras veía su pequeño cubo de cristal. Los sabios tenían razón: no porque no
lo puedas ver significa que no exista o es nada, ya que de las cosas pequeñas
se crean nuevas que son maravillosas y diferentes.
FIN
Beatríz López ID. 149823
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