Hace millones de años, hubo una guerra muy importante en nuestro sistema solar, Maldek el planeta vecino a la Tierra se había levantado en armas para atacar a Marte, los marcianos trataron de defenderse pero la victoria parecía no estar de su lado… en cambio para los Maldekinos ya lograban saborear la victoria, pues la batalla estaba llegando a su fin y los marcianos estaban bastante lejos de ver la luz, sin embargo, Marte no podía perder, fue por eso que un valiente e ingenioso comandante decidió lanzar un último bombardeo de misiles los cuales llegaron directo al corazón del planeta haciéndolo explotar en millones de partículas y borrando así el rastro del planeta Maldek.
Entonces estas partículas se fueron esparciendo por todo el universo, llevándose consigo la memoria de los Maldekinos. Aunque no todo se fue para siempre, pues algunas se atrajeron quedando en sintonía y formando así lo que hoy conocemos como “el cinturón de asteroides”, unas cuantas más se unieron a los planetas del sistema, haciendo la función de lunas, y solo un elemento fue a caer al planeta Tierra.
Fue así, como el héroe de nuestra historia, más no de la batalla, llegó a nuestro planeta. Cayendo a gran velocidad en la forma de una roca ígnea, la cual daba la impresión de ser un astro de luz, pues iba tan rápido que unas llamaradas de fuego le iban cubriendo, hasta que hizo contacto con tierra y se desplomo dejando a su al rededor un enorme cráter —seguramente para aquellos que lo lograron ver, dirían que fue el meteorito por el cual se cree que se extinguieron los dinosaurios—, volviendo al protagonista, este al llegar a un nuevo planeta y a una diferente atmósfera, se vio obligado a tener que desarrollar una habilidad adaptativa, que le fuera ayudando a moldear-malear su forma a las diferentes circunstancia que este lugar tenía para ofrecer; así pues durante siglos fue vagando por el mundo, conociendo cada época y maravillándose de la Tierra, solo había un detalle pues al momento de caer el golpe le había hecho olvidar quien era y de dónde provenía…
Para el siglo XVI este maldekino, ya había descubierto todo lo que era capaz de hacer en este planeta, pues al ser resistente a la corrosión que es como decir que era indestructible —ahí la razón por la cual ha sobrevivido tantos años—, en 1557 un hombre llamado Julius Caesar, lo descubrió y después de encontrar un modo de comunicarse y lograr charlar con él se dio cuenta de que estaba solo, solo y confundido sobre su origen.
—¿Tantos años en la Tierra y no te has dado un nombre? —le preguntó Julius mostrándose asombrado por ello.
A manera de que el maldekino se sintiera en confianza Julius decidió darle un nombre a este completo extraño y el elegido fue: “oro blanco”, debido a su apariencia. Con el paso del tiempo Julius comenzó a sentir curiosidad por aquel extraño pues no se parecía a nada que hubiera visto antes, no
parecía humano y tampoco alguna otra cosa con la que se hubiera cruzado. Oro blanco y Julius se fueron haciendo grandes amigos y por primera vez en mucho tiempo, Oro blanco ya no estaba solo.
Julius descubrió que Oro blanco, al provenir de un planeta más avanzado, aunque ya no existiera, podía tener lo que se le conoce como magia o poderes, así, con ese nuevo conocimiento, Julius le propuso a Oro blanco que le ayudara a fabricar espadas para las guerras y batallas que había en la Tierra, Oro blanco acepto de inmediato pues en su otra vida como maldekino había sido una gran estratega militar, así que la idea de crear armas para guerras fue algo que despertó su total interés.
La herrería de Julius se fue haciendo muy famosa, pues todo lo que se forjaba ahí resultaba ser de bastante utilidad y sobre todo de mucha resistencia en la hora de la batalla, pues al igual que Oro blanco, las espadas, escudos e incluso yelmos eran inoxidables y resistentes al calor, ya que este les había transmitido sus propias habilidades. Sin embargo, en una vida de mortales, la muerte es algo que debe llegarnos a todos y cuando el ángel de la muerte vino a llevarse a Julius, Oro blanco se volvió a quedar solo, a diferencia que esta vez ya tenía un nombre y un oficio con el que podía ayudar al mundo.
Dos siglos después en 1735, Oro blanco conoció a otro hombre, Antonio de Ulloa, que al descubrir su gran talento, decidió llevarlo a vivir a un lugar donde al parecer había muchos seres parecidos a él, a este lugar se le llamaba “Tabla periódica”. En este lugar al que podríamos llamar “el nuevo hogar de Oro blanco”, ya no podría sentirse solo pues como le había asegurado Antonio, había infinidad de elementos o seres que tenían distintas habilidades y poderes, tal parecía que fuera una escuela de magia.
En este lugar Oro blanco se dio cuenta de que este no era su verdadero nombre, pues con la ayuda de los libros de historia recordó la guerra entre Marte y Maldek, así como su nombre.
—Ahora seré Platino, ese es mi verdadero nombre —dijo a la comunidad de la Tabla periódica, para que a partir de ese momento, se le llamara de ese modo.
Con el tiempo Platino se fue sintiendo cada vez más en casa, pues ahora vivía con más seres, igual de diferentes que él.
En la tabla periódica a los elementos por tener un buen desempeño se les premiaba, dejándolos salir de ahí para ir a diferentes lugares del mundo y ayudar con sus habilidades a la creación de artefactos o aportando sus conocimientos para nuevas utilidades que se sirvieran a los terrícolas. Fue así como Platino viajo a Rusia, donde ayudo a acuñar monedas y hacer labores en algunas joyerías.
Así estuvo un buen tiempo en Rusia, hasta que fue momento de volver a la tabla periódica, donde en ese mismo instante había un tremendo caos, pues uno de los elementos había encerrado a los otros haciendo del lugar una tiranía. Cuando Platino entro a la Tabla, Selenio lo hizo llamar a su oficina, pues en su ausencia había descubierto que este elemento le podría ayudar para volverse más poderoso, así que necesitaba de su poder, necesitaba que este se aliara con él para así acabar con el resto de elemento y de ahí con la raza humana, pues para Selenio vivir ahí había sido un martirio.
—He descubierto que entre tus muchos talentos puedes ayudarme acelerar un hechizo, eres buen catalizador ¿cierto? —le preguntó Selenio a Platino, quien ahora se encontraba sentado frente a él.
—Eso dicen —respondió Platino en un tono más seco.
—Perfecto, ahora necesito que vayas al laboratorio y hagas uso de tu talento, solo así podremos vengar a nuestro planeta o ¿ya olvidaste lo que sucedió hace tantos años?
—Claro que no lo he olvido, pero no te ayudaré a acabar con todos aquí —dijo valiente Platino.
—Pues si no lo quieres por las buenas tendrá que ser por las malas —dos elementos entraron y tomaron a Platino, arrastrándolo hasta donde estaban el resto de los elementos que no habían querido ayudar.
Por lo que ahora Platino, se encontraba en las oscuras celdas, donde con sus otros amigos idearon un plan que les ayudaría a salir de ahí y por lo tanto vencer a Selenio. Entonces Platino tuvo que fingir que aceptaba el trato con Selenio, para que este lo dejara salir de la celda y llevara a los laboratorios donde crearía una espada cromada a la cual le dio más poder de lo que le habría dado a 100 mil espadas.
Platino, se presentó ante Selenio, con la excusa de que esa espada sería mucho más poderosa que su hechizo, que al igual que él, tendría la facultad de ser conductora de electricidad y de ser posible atraer rayos que le generaran mayor fuerza y mayor poder.
Al presentarse nuevamente ante Selenio, pidió que estuvieran solo, pues era un secreto que solo podría compartir con él: la creación de esa arma. Así que, una vez que las puertas se cerraron tras de Platino, este avanzo en dirección a Selenio.
—Me alegra que cambiaras de opinión y vaya arma que has creado, tal parece que esos años a lado de ese humano Julius te fueron de mucha utilidad —decía Selenio en un tono burlesco, mientras admirada el arma.
Platino, solo asentía y se guardaba las ganas de insultarle, pues entendía perfectamente que su tono de hablar era para menospreciar a la raza humana, aquella que para Platino podría considerarse como su familia. Así pues, aprovechando que Selenio estaba satisfecho y admirando su gran obra, sacó la verdadera arma, la que le podría ayudar a vencerlo.
—A mí me alegra haber aprendido de su arte, de lo contrario no habría podido crear esto… —la voz de Platino había ido en aumento y para cuando Selenio se dio cuenta lo que estaba sucediendo el arma ya lo había atravesado.
Sus ojos se fijaron en los de él, por lo que Platino pudo observar como estos se quedaban sin vida, mientras que la toxicidad de la espada recorría el cuerpo de Selenio haciendo que este se desintegrara, tal y como los marcianos lo había hecho con Maldek. La fuerza se le agotaba a Platino, por lo que tuvo que esperar a estar mejor antes de salir de la oficina.
Fue como Platino logro rescatar de las celdas al resto de los elementos, el director de la Tabla periódica, estaba muy orgulloso de la valentía de Platino, por lo que decidió darle el título de “Metal Noble”, demostrando con este el valor que había tenido para vencer a Selenio.
Con el paso del tiempo Platino se hizo muy popular en la tabla y todos los elementos estaban muy felices, haciendo cada año una fiesta en celebración a él. Hasta que un buen día él decidió que era momento de que los elementos dejaran la Tierra y juntos viajaran a otros planetas, para ayudar en su desarrollo, así como lo había hecho durante todos estos años, para ello cada uno enfrasco un duplicado de sus dones de esta manera no dejaría a la Tierra sola y esta podría seguir creando nuevas cosas y rehaciendo las viejas. Así los científicos despidieron a los elementos con la promesa de Platino de que un día volverían a la Tierra.
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