El nitrógeno es esencial para toda la vida. Pero a pesar de que el nitrógeno constituye 78% de la atmósfera está en una forma que no se puede utilizar por los organismos vivos. En su lugar está atado en las moléculas de nitrógeno formados por dos átomos de nitrógeno que comparten un fuerte enlace triple que no es fácil de romper.
Hace un siglo, dos químicos alemanes, Fritz Haber y Carl Bosch, encontraron la manera de cortar los lazos con altas presiones y temperaturas y átomos de nitrógeno de soldadura con hidrógenos para hacer amoniaco, convirtiendo de este modo al nitrógeno en el material de partida para un fertilizante rico en nitrógeno que puede ser asimilado y utilizado por los microbios, plantas y personas.
Ese proceso ha sido tan exitoso que los fertilizantes a base de amoniaco ahora permiten a los agricultores alimentar a miles de millones de más gente de lo que nuestro planeta podría apoyar. Pero la producción de amoniaco también tiene un costo ambiental alto, ya que es responsable del 2% de la energía utilizada en todo el mundo y por lo tanto una huella masiva de gases de efecto invernadero. Sin embargo, los químicos estadounidenses informan que ha llegado con una forma de sintetizar amoniaco del aire, el agua y la luz solar. Si el enfoque puede ser aplicado, éste podría ofrecer un medio para hacer un bien esencial y sin afectar considerablemente al ambiente.
Ariadna Celina Gutiérrez González
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