Hace más de treinta años, en la Luna, los astronautas del Apolo hicieron un importante descubrimiento: el polvo lunar puede convertirse en un problema fastidioso. La fina y polvorienta gravilla lunar estaba por todas partes y tenía una curiosa manera de meterse dentro de las cosas. El polvo lunar taponaba los agujeros de los tornillos, inutilizaba herramientas, cubría los visores de los astronautas y erosionaba sus guantes. Con frecuencia, mientras se trabajaba en la superficie, tenían que dejar lo que estaban haciendo para limpiar las cámaras y el equipo empleando grandes (y la mayoría de las veces poco efectivos) cepillos.
"Solamente los granos más finos (<20 micras) responden completamente al imán", señala Taylor, pero eso es aceptable, porque el polvo más fino era normalmente el más problemático. Los granos finos eran más propicios a penetrar en los sellos y juntas de los trajes espaciales y alrededor de las coberturas de los contenedores de muestras "prístinas". Y cuando los astronautas entraban pesadamente en el módulo lunar con sus polvorientas botas, los granos más finos salían en nube al aire, donde eran inhalados. Esto produjo al menos un caso de "fiebre del heno del polvo lunar" a un astronauta (Schmitt).
Si el polvo de la Tierra no es magnético, ¿por qué el polvo lunar sí?
"El polvo lunar es una sustancia extraña", explica Taylor. "Cada granito de polvo lunar está recubierto de una capa de cristal de sólo unos cientos de nanómetros de grosor (1/100 veces el diámetro de un cabello humano)". Taylor y sus colegas han examinado el recubrimiento a través de un microscopio y han descubierto "millones de pequeñas motas de hierro suspendidas en el cristal como si fueran estrellas en el cielo." Esas motas de hierro son la fuente del magnetismo.
Los investigadores creen que el cristal es producto de un bombardeo. Pequeños micro meteoritos golpean continuamente la superficie de la Luna, generando temperaturas superiores a los 2.000o C, que literalmente es la temperatura de la superficie de las estrellas rojas. Este calor extremo vaporiza las moléculas del suelo derretido. "Los vapores están formados por compuestos como FeO y SiO2," dice Taylor. Si la temperatura es lo bastante alta, las moléculas se dividen en sus componentes atómicos: Si, Fe, O, etc. Más tarde, cuando los vapores se enfrían, los átomos se recombinan y condensan en granos de polvo lunar, depositando una capa de dióxido de silicio (SiO2) salpicado de pequeñas pepitas de hierro puro (Fe).
Blog de cursos y estudiantes de Químicas del Departamento de Ciencias Quimico-Biológicas en la Universidad de las Américas Puebla.
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