Llegan los citobots
En un fascinante avance tecnológico, se ha logrado crear un dispositivo robótico bioelectromecánico de tamaño nanométrico que en cierto modo es un cíborg de bacteria. Se basa en puntos cuánticos de grafeno conectados a una única espora (“semilla”) bacteriana. El resultado se ha descrito como un citobot.
A medida que la nanotecnología hace posible un mundo de máquinas demasiado pequeñas para ser vistas a ojo desnudo, los investigadores están encontrando formas de combinar organismos vivos con maquinaria inanimada para lograr aplicaciones capaces de resolver numerosos problemas en campos como por ejemplo la medicina.
Como otros biorrobots de primera generación, el nuevo nanocíborg diseñado en la Universidad de Illinois en Chicago, estados Unidos, está muy lejos de Robocop, un ejemplo de cíborg de humano aportado por el cine de ciencia-ficción. Al nuevo biorrobot se le puede describir como un cíborg simple de bacteria, o más concretamente un citobot.
Un cíborg es un híbrido, más o menos decantado hacia una u otra orilla, de ser vivo y robot.
El equipo del ingeniero químico Vikas Berry, de la Universidad de Illinois en Chicago, Estados Unidos, logró implantar puntos cuánticos de grafeno en la superficie de una espora bacteriana, y después acopló electrodos en ambos lados de la espora.
A continuación, Berry y sus colegas cambiaron la humedad alrededor de esta última.
Los puntos cuánticos de grafeno depositados sobre una bacteria en proceso de formar una espora, dan como resultado una espora recubierta de tales estructuras. Al conectar unos electrodos a la célula, se obtiene un dispositivo bioelectrónico muy sensible a la humedad. Es la espora la que reacciona vivamente a la humedad, y entonces su reacción se traduce en una respuesta electrónica de los puntos cuánticos de grafeno. (Imagen: Berry Research Laboratory, UIC)
Cuando la humedad bajaba, la espora se encogía al expulsarse agua fuera de ella. Durante este proceso, los puntos cuánticos se acercaban, aumentando su conductividad, medida por los electrodos.
Los investigadores percibían un cambio muy agudo en el momento en que cambiaban la humedad. La respuesta era 10 veces más rápida que la ofrecida por un sensor hecho con los más avanzados polímeros artificiales para absorción de agua.
Se registró también una mejor sensibilidad en situaciones extremas de baja humedad y baja presión.