El mercurio es un analito de importancia
toxicológica debido a su impacto negativo en el ecosistema. Además de la
contaminación debido a actividades antropogénicas, la contaminación ambiental
por mercurio puede ocurrir debido a erupciones volcánicas o movimientos
geotermales; ya que el mercurio puede ser expulsado desde los yacimientos
subterráneos en los que se encuentra.
Dependiendo del sistema en el que se encuentre Hg2+ puede
convertirse en Hg0 y dar paso a compuestos aún más tóxicos de
organomercurio por el proceso de asimilación de varias bacterias al entrar en
contacto con éste. Esto representa un gran problema para la salud humana ya que
estas bacterias son parte de la alimentación de pescados los cuales son
posteriormente ingeridos por humanos, conllevando a una intoxicación por
mercurio. Los compuestos de organomercurio pueden cruzar fácilmente las
membranas celulares y las barreras encefálicas causando daños neurológicos y
nefrológicos; debido a su alta toxicidad la detección de mercurio en su forma
más estable (Hg2+) ha recibido una creciente atención. Métodos
cuantitativos para la detección de mercurio inorgánico y organomercurio es
posible mediante el uso de varios métodos analíticos como espectroscopia de
absorción atómica, emisión atómica, fluorescencia, electroquímica, etc.
A
pesar de que la detección por fluorescencia no es tan potente como otras
técnicas, representa una ventaja debido a su bajo costo, fácil preparación,
alta selectividad y una detección sencilla por métodos visuales e
instrumentales. El grupo de S. Bandyopadhyay desarrolló un sensor a partir de
un esqueleto de tiocarbamato con histidinas unidas al mismo, obteniendo una
selectividad para la detección de mercurio sorprendente. Los resultados de
afinidad mostraron un desplazamiento a 50nm en el espectro de fluorescencia y
una resolución 19 veces mayor a la obtenida con otras técnicas. En adición a la
detección de Hg2+ visualmente por el luso de una lámpara de UV, el
quemosensor fue utilizado para la fabricación de tiras de papel capaces de
detectar mercurio en soluciones acuosas in
situ. El sensor también fue utilizado como marcador de mercurio en pescados
y células humanas HeLa S3. Concluyendo que el detector puede ser lo
suficientemente sensible para poder medir hasta un mínimo de 20 ppb; no
obstante, siendo una cantidad aún mayor a la permitida por la US-EPA. Para más
información, consultar: Hatai,
J.; Pal, S.; Jose, G. P.; Bandyopadhyay, S., Histidine Based Fluorescence
Sensor Detects Hg2+ in Solution, Paper Strips, and in Cells. Inorg. Chem. 2012,
51, 10129-10135.
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